Misión. Restaurar un matrimonio es como restaurar una obra de arte porque “el matrimonio es una obra de arte”, afirma con rotundidad el mediador familiar Nacho Tornel. En su libro Relacionarte (Planeta, 2023), explica los núcleos cercanos que afectan a un matrimonio: los hijos, la familia política, los amigos y el trabajo, y muestra casos concretos para ayudar a cada uno a darle la vuelta a casi cualquier situación de crisis o conflicto.
En Misión hemos hablado con él para preguntarle lo que recomendaría a un matrimonio que se enfrenta a seis casos hipotéticos: una dificultad con la familia política, la infertilidad, el agotamiento por atender a una familia numerosa, un conflicto generado por el mal uso de redes sociales o el abandono de las relaciones sexuales.
1. Ante la interferencia de la familia política.
“Al hijo de sangre hay que hacerle entender que tiene que cerrar filas con su marido, con su mujer: ‘Eres tú el que tiene que actuar de muro y evitar que le llegue la riada de críticas a tu marido o a tu mujer. Tienes que poner en su sitio a tu familia’. Si es preciso, hay que reducir la presencia en casa de los padres u organizarse para ir a verles solo. Hay que priorizar siempre el matrimonio”.
2. Ante la cruz de la infertilidad.
“Que no desvinculen la unión sexual de la procreación, porque sus relaciones sexuales quedarían vacías del sentido real de la entrega, de la búsqueda de la alegría y del placer del otro, incluso de la pasión. Alguien te diría: “Tú no sabes lo que es estar años esperando concebir…”. Pues no lo sé, pero sí sé que adoptar el camino de la reproducción asistida tiene trampa. Veo matrimonios a los que les cuesta recuperar su intimidad sexual porque la han vivido de forma mecánica”.
3. Un matrimonio con familia numerosa que está agotado.
“Mucha gente que viene a verme está en ese segmento: llevan 8 o 10 años casados, y tienen 3 o 4 niños… Les diría que tienen que priorizar el descanso: conocer lo que a cada uno le descansa (que para uno puede ser una siesta, para otro irse a caminar…). Que tengan esa mentalidad de apoyarse mutuamente para ayudar al otro a que descanse, porque a veces nos rompemos personalmente por agotamiento. Y, por otro lado, que salgan de vez en cuando tres horas solos a un sitio donde les pongan una buena copa de vino, les atiendan, y disfruten de verdad”.
4. Uno que quiere seguir viviendo planes con amigos como si no tuviera una familia.
“Le animaría a buscar planes que tengan magia y que sean compatibles con su vida familiar, que acabes el día diciendo: “¡Qué bien lo hemos pasado! Hemos hecho ejercicio, hemos ido a un monte, hemos ido a comer, y a tomar un helado en un pueblo…”. Esa emoción, esa inspiración que tienen los planes con amigos, llévala a tu vida matrimonial y familiar. Tenemos que descubrir la belleza de nuestra realidad, que además no será siempre así, es una etapa de la vida”.
5. Ante el tonteo en redes sociales…
“Aquí entra en juego el gran peligro de la vanidad personal. Se sienten halagados por creer que todavía podrían estar en el ‘mercado’… ¡Cuidado! Tú tienes que ser admirado solo en tu entorno personal y familiar, por tu marido, por tu mujer. Lo demás es tontería y es mentira. Por otro lado, sé prudente: no creas que por ser adulto ese juego a ti no te va a quemar”.
6. El matrimonio que ya no mantiene relaciones sexuales.
“Recordar que la dimensión afectivo-sexual es un valor irrenunciable en el matrimonio. No es la guinda del pastel, es el pastel. Es parte del lenguaje exclusivo del matrimonio. En personas sanas no es una opción renunciar a la sexualidad por cansancio o apatía… Más allá de la cuestión erógena, está la dimensión unitiva. A fuerza de dejar las relaciones sexuales pierdes el interés en tu relación, y la agilidad para acercarte al otro y para encontraros… Tienes que empezar por ahí para ir de nuevo subiendo peldaños: cuida la ternura, la cercanía, el abrazo, el sentarse juntos, el contacto físico…”.