Alrededor del género se ha abierto una enorme brecha que separa a padres e hijos, nietos y abuelos. No hay quien se entienda y se escuche. En las familias es motivo de disputa, los hijos no se sienten acogidos y los padres se frustran ante ideas tan desconocidas para ellos.
Género, jóvenes e iglesia propone otra forma de mirarse y dialogar. Un camino de acercamiento donde parecía imposible. Entender desde el cristianismo la cuestión del género puede facilitarnos construir puentes hacia nuestros hijos o padres. La autora nos cuenta la maravilla, mal entendida muchas veces, que puede ser para los jóvenes la propuesta de la Iglesia en torno a estos temas; y también lo que le falta a la misma para poder entender bien a las nuevas generaciones.
«Género, jóvenes e Iglesia» – Una entrevista a Marta Rodríguez
Alrededor del género se ha abierto una enorme brecha que separa a padres e hijos, nietos y abuelos. Parece que no hay quien se entienda y se escuche. En las familias es motivo de discusiones acaloradas, los hijos no se sienten acogidos y los padres se frustran ante ideas tan desconocidas para ellos.
Género, jóvenes e iglesia es un libro de Marta Rodríguez, consagrada del Regnum Christi, que propone otra forma de mirarse y dialogar. Un camino de acercamiento allí donde parecía imposible. Entender desde el cristianismo la cuestión del género puede facilitarnos construir puentes hacia nuestros hijos o padres.
La autora nos cuenta la maravilla, mal entendida muchas veces, que puede ser para los jóvenes la propuesta de la Iglesia en torno a estos temas; y también lo que le falta a la misma para poder entender bien a las nuevas generaciones.
¿Quién es Marta Rodríguez?
Soy la quinta de seis hermanos, nací en Madrid y desde niña asistí al Everest School Monteclaro, donde conocí al Regnum Christi a muy temprana edad. Participé de las actividades del ECYD y de la sección de jóvenes del Regnum Christi, y después de egresar del colegio inicié mi camino con las Consagradas del Regnum Christi donde comencé mi formación en Madrid y posteriormente en Estados Unidos. Al cumplir 20 años me trasladé a Roma, Italia donde sigo hasta la fecha.
Llegué a Roma para promover un proyecto cultural sobre un nuevo feminismo al que llamamos “Mujer Integral”. Me metí en la cuestión del género desde los 20 años, fue en marzo del 2000 la conferencia de Pekín +5, la conferencia que dio seguimiento a la cuarta conferencia mundial de las ONU sobre la mujer y seguí muy de cerca los documentos que salían de ahí. Mencionaban mucho ahí lo del género y desde entonces me llamó la atención.
¿De dónde nace la idea de escribir el libro “Género, jóvenes e Iglesia?
Nace como un intento de plasmar lo que por muchos años he venido dando en distintos cursos. La cuestión del género fue mi tema para el trabajo final del máster en bioética que hice, un máster de segundo grado, y también fue mi tema de doctorado, que hice en la Universidad Gregoriana, sobre las raíces filosóficas de las teorías de género. Es un tema que he estudiado a nivel académico, movida por un interés fuertemente pastoral.
Por un lado, darme cuenta desde el inicio que era una cuestión en la que había implicadas muchas cosas como nuestra idea de pareja, de familia que tenía mucha incidencia en todo; entonces eso lo percibí desde el inicio. Y una inquietud pastoral al darme cuenta de que hay una dificultad muy grande de diálogo con los jóvenes en estos temas. Y creo que es porque – y lo digo en el libro en el primer capítulo – cuando hablamos de género no sabemos de qué hablamos o lo hacemos mal. Es una afirmación un poco atrevida, pero creo que tiene algo de verdad.
Tuve la oportunidad de participar también en la reunión pre-sinodal del Sínodo de los jóvenes en marzo de 2018, y ahí me llamó la atención que los jóvenes pedían, transversalmente, una palabra clara y enfática de la Iglesia sobre el género y la homosexualidad. Eso está escrito en el documento final del Sínodo y también en la Christus Vivit. Me sentí muy interpelada al ver este deseo de los jóvenes de recibir una palabra clara y al mismo tiempo esa dificultad para crear puentes entre generaciones porque hablamos idiomas distintos.
Entonces ha sido un ir poniendo por escrito algo en lo que he venido dando cursos desde el 2017, más o menos. Empecé dando cursos presenciales de estos temas a jóvenes y adultos. Fui viendo cuáles son los enfoques que más ayudaban, los temas que más iluminaban. Luego vino la pandemia y me dedicaba a dar cursos en línea, lo cual fue muy bueno y también muy peligroso porque se amplió mucho el número de personas interesadas en este tema. Di un curso sobre el género en plena pandemia, en 2020, que organizó la Academia de Líderes Católicos y había 400 personas conectadas o más, y de ahí salieron muchas peticiones de “queremos formación en la diócesis de…”, “queremos formación en el colegio de…”, y eso era inatendible.
Entonces, ante esa gran demanda de formación con la que me encontré y que me asaltaba, de ahí surgió la idea de hacer el curso que hoy ofrecemos en la Universidad Francisco de Vitoria, con el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum. Yo soy la directora académica de ese curso que se llama “Género, sexo y educación”. Estamos ya en la segunda edición y es un curso dedicado a formadores para que sepan afrontar la cuestión del género con los jóvenes de manera adecuada.
Y lo que he intentado en este libro es poner en palabras muy sencillas, muy divulgativas, un poco el recorrido que trato de hacer en los cursos en las diversas modalidades sea este más completo que ofrecemos en la Francisco de Vitoria con un grupo de excelentes profesores, interdisciplinar, o los que yo doy por el mundo en modalidad intensiva, o de una semana; pero tratando de seguir ese camino, ese planteamiento y esa forma de enfocar la cuestión. Ese es el intento del libro. Ahí plasmo el camino académico y pastoral que he hecho sobre esta cuestión en los últimos años.
¿Cómo ves el tema del género a nivel social y eclesial?
El género no es solo una ideología, o como se le conoce “ideología de género”. Ese fue uno de los primeros descubrimientos que hice al meterme en el tema estudiándolo más a fondo, sobre todo en el doctorado que hice en la Gregoriana, que, haciendo un paréntesis, fue una tesis que recibió dos premios: el premio San Roberto Belarmino, el premio que da la Universidad Gregoriana a la mejor tesis del año del resto de las facultades que no son de teología; también se ganó el premio De Lubac que es el premio que da la Embajada francesa ante la Santa Sede a las mejores tesis doctorales de las universidades pontificias de Roma.
Entonces, cuando me empecé a meter en ese tema, me di cuenta de que no se puede hablar de “la” teoría de género porque hay “muchas” teorías de género y parten de presupuestos distintos y entienden de una manera distinta la relación entre sexo y género; y hay algunas teorías de género bastante aceptables desde el punto de vista antropológico, otras son más limitadas e insuficientes y otras son, francamente, inaceptables por los presupuestos en las que parten, por las conclusiones a las que llegan. Me di cuenta de que era reductivo, era insuficiente hablar de la teoría de género cuando en realidad estamos afrontando un tema que es mucho más complejo, que tiene más matices y que, si queremos iluminarlo de manera adecuada, pues hay que hacer las oportunas distinciones.
Yo creo que la palabra “género” es una palabra adecuada, la Amoris Laetitia en el número 56 lo plasma, y con el documento Varón y Mujer los creó, que es del Dicasterio para la Educación Católica publicado en el 2019, en el número 6 y también en el número 11 donde dice que “género y sexo se pueden distinguir, no se pueden separar”. El Magisterio nos ofrece ahí una clave de interpretación y es el no ver la palabra género como una palabra inaceptable de manera radical, sino una palabra que se pueda asumir con sentido crítico y ese sentido crítico supone asumirlo con las bases adecuadas, bajo una antropología adecuada. Cuando este tema se impone en la ONU, el comunicado de la Santa Sede de 1995 aclara que el género lo acepta como una identidad fundada en la sexualidad, biológica. Con esto quiero decir que no todo es ideología de género. Es importante distinguir los matices, hacer las oportunas especificaciones para poder dialogar de una manera adecuada.
Sí hay algunas teorías de género que son inaceptables y bastante ideológicas que reducen la realidad. Esto nos preocupa por las propuestas educativas y legislativas que salen a partir de estas visiones incompletas. Un aspecto importante es que hay que dejarnos interpelar por las preguntas planteadas por las teorías de género del mismo modo que lo hizo Santo Tomás, dialogando con sinceridad con Avicena, con Averroe, con Aristóteles, con autores paganos, musulmanes que eran considerados totalmente proscritos, herejes… anatemas en su tiempo. Es todo ese contexto de las cruzadas, muy lejano al espíritu de la Fratelli Tutti. Y en ese contexto, Santo Tomás se atrevió a dialogar con ellos intelectualmente y a asumir parte de sus hallazgos, algunos sí, otros no. No debemos de tener miedo de dialogar también con filosofías que parten con presupuestos extraños al Evangelio, incluso ateos, dejarnos interpelar. Es momento de hacer ese tipo de diálogo.
¿Ves apertura o cerrazón a nivel social y eclesial para tratar estos temas?
Yo creo que es un buen momento porque nos vamos dando cuenta de que es necesario cambiar de registro en el enfoque de este tema. Y esto se empieza a escuchar, se empieza a imponer. El Magisterio ha dado alguna indicación en este sentido. Es un momento para una profundización teórica y, sobre todo, para el desarrollo de un lenguaje pastoral de diálogo con los jóvenes. Creo que hoy es un fenómeno transversal la preocupación de no poder conectar con los jóvenes en este tema y para mí es una gran oportunidad.
¿Qué es lo que busco con el libro? Crear un puente entre las generaciones. Dar herramientas a los formadores, sean padres de familia, sean educadores, formadores en cualquier ámbito para que puedan dialogar con los jóvenes sobre los temas relacionados con el género. Porque nos movemos en paradigmas que son opuestos, sumamente lejanos. Entonces, crear un lenguaje común.
Y esto es posible, yo lo he visto. En el libro me refiero a una experiencia de diálogo intergeneracional sobre el género, en concreto en una universidad en México juntamos a 50 adultos y a 50 jóvenes para hablar de este tema, y todos empezaron diciendo que era imposible hablar sobre estos temas, que la otra generación estaba cerrada, que no aceptaba, que era intransigente. Y eso lo decían los jóvenes de los adultos y los adultos de los jóvenes. Es una desconfianza y un prejuicio recíprocos muy fuerte. Y acabaron esos dos días de taller diciendo que el diálogo es posible, que nos necesitamos unos a otros, que estamos más de acuerdo de lo que parece, que podemos caminar juntos.
A mí esa experiencia, como otras muchas, me confirma que cuando uno crea las condiciones del diálogo, actitudes, disposiciones y un lenguaje común, una forma de afrontar el tema, una claridad antropológica, es posible avanzar. Eso es lo que busca el libro, dar unas herramientas.
El libro está disponible en todas las librerías de España, está disponible en formato E-Book, se puede descargar desde la Editorial Encuentro, y está disponible en Amazon y desde ahí puede llegar también a cualquier parte del mundo. La Editorial Encuentro tiene también distribución en México y está disponible en línea en las librerías Gonvill.