ReL. Se dice que los medievales sostenían que la Tierra es plana, pero es falso: los eruditos de aquella época ya consideraban que la Tierra es esférica. El mito nació en el siglo XIX y, qué casualidad, en clave anticristiana. Lo cuenta Saul Finucci en Il Timone:
La Edad Media no era «Tierraplanista»
A quienes defienden hoy que la Tierra es plana se les considera «medievales», y de todas formas, a los medievales siempre se les ha despreciado por haber apoyado la teoría de que la Tierra era plana. En realidad los medievales eran más modernos que algunos contemporáneos.
Por ejemplo, en una serie de ficción de 1984 se ve a Colón, convencido de que la Tierra es esférica, discutiendo con profesores de la universidad de Salamanca, convencidos de que la Tierra es plana y de que, por lo tanto, no se pueda llegar a las Indias por el oeste. Pero este debate nunca existió.
De hecho, los medievales recibieron esta teoría del astrónomo Ptolomeo (siglo II d.C.), según el cual la Tierra era una esfera en el centro del universo.
Varios testimonios
Es verdad que el escritor Lactancio (250-317) rechaza la idea de que el mundo sea esférico, pero nadie le sigue.
De hecho, poco después, Agustín de Hipona, una de las máximas autoridades para los medievales, en un comentario al Génesis (Genesi ad litteram), considera la Tierra como un planeta esférico: «Dado que el agua recubría toda la Tierra, nada impedía que sobre una cara de esta masa esférica de agua la presencia de la luz produjera el día y que en la otra cara su ausencia produjera la noche, la cual, empezando por la tarde, sucedía en la cara de la cual se alejaba la luz, que se dirigía a la otra cara» (Libro I, 12, 25).
Muchas copias medievales de los escritos de Macrobio (siglo V) contienen mapas de la Tierra que incluyen los Polos Norte y Sur y las zonas climáticas descritas por Ptolomeo, y se muestra la esfera de la Tierra (globus terrae) en el centro de todas las demás esferas celestes.
Copia del siglo XI de los textos de Macrobio (siglo V), con imágenes de la Tierra esférica: arriba (Biblioteca Británica), la Tierra con las zonas habitables según su distancia al ecuador.
Abajo (Wikipedia), la Tierra como una esfera en el centro de un universo esférico. Ambas imágenes pertenecen al Comentario al sueño de Escipión, un escrito de Macrobio sobre el De Republica de Cicerón. «Macrobio es uno de los responsables de que entre los geógrafos medievales persistiera la creencia en la esfericidad de la Tierra«, afirma la Biblioteca Nacional de España al introducir sus cartografías.
Isidoro de Sevilla (559-636), autor de la «enciclopedia» medieval más famosa, dice en otra obra (De natura rerum) que la Tierra es esférica.
El monje Beda el Venerable (673-735) explica: «Nosotros decimos que la Tierra es un globo (…), porque es realmente un orbe colocado en el centro del universo; en su parte ancha es como un círculo, no circular como un escudo, sino más bien como una pelota» (De temporum ratione, 32). El libro de Beda se difunde mucho entre los sacerdotes del periodo carolingio.
Teodorico de Chartres (muerto alrededor de 1155) dice que, durante la creación del mundo, el aire rodea y comprime la Tierra por todas partes, recogiéndola «en una forma esférica» y confiriéndole la dureza que constatamos actualmente (De sex dierum operibus, 8).
También Roger Bacon (siglo XIII) y Tomás de Aquino (siglo XIII) dicen que la Tierra es esférica. Tomás de Aquino escribe: «Las ciencias se distinguen por el diverso método que utilizan. El astrónomo y el físico pueden demostrar la misma tesis, por ejemplo, que la tierra es esférica; el astrónomo lo demuestra con la ayuda de las matemáticas, el físico a través de la naturaleza de la materia» (Suma Teológica, 1, q.1, a.1).
Johannes de Sacrobosco escribe en 1230 el Tractatus de Sphaera, libro muy usado en la universidad, en el cual se considera la Tierra esférica.
Después, en la Divina Comedia, Dante Alighieri describe la Tierra como una esfera, en el centro de la cual se imagina al Diablo. Dante se imagina que baja más allá de las caderas del Diablo, es decir, más abajo del centro de la Tierra, y por lo tanto que se encuentra cabeza abajo, a causa de lo que hoy llamamos fuerza de gravedad. Después sube a pie, junto a Virgilio, a una especie de Polo Sur.
Nicolás de Oresme (siglo XIV) se pregunta qué pasaría si un objeto cayese en un pozo que pasase por el centro de la Tierra; tal vez oscilaría entre un extremo y el otro del planeta.
La esfera y la cruz
Por otra parte, la idea de que la Tierra es esférica se deduce también por algunos elementos de las imágenes de la época. El globo crucífero (globus cruciger) es una esfera con una cruz en la cima: un símbolo cristiano usado en las monedas, en las imágenes y en las insignias durante toda la Edad Media. Representa el dominio de Cristo (la cruz) sobre el mundo (la esfera).
El globus cruciger fue uno de los primeros símbolos del Imperio tras la conversión de Constantino. Arriba, la imagen muestra uno del siglo XVII perteneciente a las joyas de la Corona de Austria. Abajo, monedas de la época de Teodosio II, con el emperador sosteniendo en la mano el orbe esférico coronado por la Cruz.
Parece ser que la primera vez que se utilizó este símbolo en las monedas se remonta a la primera mitad del 400 d.C.; es decir, a partir del emperador Teodosio II (401-450), antes de que empezase la Edad Media.
Además, la Tierra es representada en tratados sobre la naturaleza. Entre las muchas imágenes medievales que representan a la Tierra como una esfera están las del Liber divinorum operum de Hildegarda de Bingen (1098-1179).
Liber Divinorum Operum de Santa Hildegarda de Bingen. Imagen: International Society of Hildegard von Bingen Studies.
En resumen, el historiador de ciencias medievales Edward Grant llega a la siguiente conclusión: «Contrariamente a un moderno error popular, según el cual antes del descubrimiento de Cristóbal Colón se pensaba que la Tierra era plana, no se conocen flat-earthers («tierraplanistas», personas que defienden que la Tierra es plana) de importancia en el Occidente latino (medieval)».
Una mentira antimedieval
El primero que narra un debate imaginario entre Colón y los tierraplanistas es el escritor Washington Irving, que publica La vida y los viajes de Cristobal Colón en 1828.
Después, en 1874, el historiador aficionado J. W. Drapier publica la Historia del conflicto entre religión y ciencia: para él, los medievales son tierraplanistas y, por consiguiente, adversarios de la ciencia.
El divulgador Nicolas Camille Flammarion publica en 1888 la historia de un misionero medieval que llega a los confines de la Tierra y toca el punto en el cual ésta se encuentra con la bóveda celeste. La historia está acompañada por una imagen (un grabado), a menudo reproducida en textos sucesivos. Esta historia no se encuentra en ningún texto medieval, por lo tanto es fruto de la fantasía, como lo es también la imagen.
Famoso grabado incluido por Camille Flammarion (astrónomo que practicó el espiritismo y el hipnotismo) en su obra La atmósfera: meteorología popular, de 1888, para ilustrar el momento en el que un monje medieval, en una tierra plana, encontraría el lugar donde se tocan el cielo y la tierra. Este grabado no es medieval, aunque suele ser citado como si lo fuese. De hecho, solo se conoce en la obra de Flammarion. Algunos estudios identifican diferentes elementos del grabado como típicos del Renacimiento (siglo XVI), y podría provenir de la colección de mapas y documentos del escritor, si es que no fue dibujado ex profeso para su libro.
A. D. White, en Historia de la lucha de la ciencia con la tecnología en la cristiandad (1896), cita a Cosmas Indicopleustes (siglo VI), que habla de la Tierra plana. La teoría de Cosmas se usa para decir que los medievales son tierraplanistas. Pero Cosmas es un caso aislado. Su texto se desconoce en el mundo occidental hasta 1706, y no se publica en inglés hasta 1897. Ningún autor medieval latino le conoce.
¿Por qué se intentó hacer creer que los medievales eran tierraplanistas?
Según algunos autores del siglo XIX, la religión tenía que ser superada. Para conseguirlo, era necesario convencer a la gente de que la religión y la ciencia eran enemigas. Incluso a costa de inventar falacias, como explica el historiador Jeffrey Burton Russell, en su Inventing the Flat Earth: Columbus and the Modern Historians (1991), publicado en español como El mito de la tierra plana.
(Traducido del italiano de Il Timone por Elena Faccia Serrano, publicado en español en ReligionEnLibertad el 21 de junio de 2019)