13/03/2022 BioéticaÇWeb. Recientemente el papa Francisco ha levantado la voz para animar a las personas que quieran escucharle, no sólo a rezar para encontrar respuestas humanas a los problemas que hoy día presenta la Bioética por el avance de la ciencia. Es necesario, además, implicarse en la búsqueda de esas soluciones.
Dirá que ante los problemas que se plantean tenemos que responder, «no esconder la cabeza como el avestruz». No se puede continuar extendiendo «la cultura del descarte» que hace tanto daño. Ni dejar que «las ganancias económicas condicionen la investigación biomédica». No se trata de frenar el progreso tecnológico. «Se trata de proteger tanto la dignidad humana como el progreso«.
Los nuevos problemas piden el esfuerzo por tener una mirada ética sobre los desarrollos técnicos que están siendo posibles. Esta «mirada ética» corresponde no sólo a los científicos que con su esfuerzo y destreza están encontrando nuevas soluciones a los problemas.
También la sociedad en su conjunto, debe incorporar esa perspectiva ética ante los desarrollos técnicos, y no conformarse con la admiración que esos descubrimientos provocan. Ese tipo de mirada es la que permite construir un mundo mejor para todos, y no sólo para algunos, o de un mundo tecnificado pero deshumanizado.
Para llevar a cabo esta tarea no basta la buena voluntad. Es necesario plantearse a fondo los problemas, estudiarlos, pensarlos y debatirlos. Y ni siquiera basta esto. Francisco habla de la necesaria «acción social». Implicarse en la solución de los problemas. Invertir en tiempo, dinero y preocupación para llevar a cabo el bien que hemos visto en la teoría.
Su propuesta chocará sin duda con fuerzas poderosas que quieren configurar la sociedad según su ideología. El caso de prepotencia más flagrante ha sido la imposición de la Ley de Eutanasia, despreciando el dolor de los enfermos que necesitarían una Ley de Cuidados Paliativos.
Pero ese no es el principal problema. Más importante es levantarse de la pasividad que se conforma con pensar bien. Quizá la reciente pandemia ha pesado para volvernos más pasivos, conformándonos con simplemente estar ahí. Por eso Francisco habla de la necesaria «acción social»