ReL. Cuando con motivo de la publicación del último libro de Marcelo Gullo se le pregunta lo que América le debe a España, el doctor en Ciencia Política argentino y autor de Madre Patria o Nada por lo que pedir perdón (ambos con Espasa) es claro: «Su mismo ser».
Lo que América le debe a España cierra una trilogía que ha consagrado a Marcelo Gullo como uno de los mayores exponentes actuales de la verdad histórica frente a la leyenda negra.
El libro no ha pasado desapercibido. Los ataques recibidos, como la censura de los tres volúmenes en Hispanoamérica -con la honrosa excepción de la librería El Virrey, en Lima- es solo comparable al éxito de los mismos. Solo Madre Patria ha vendido más de 25.000 ejemplares y tras más de un mes de su publicación, continúan las giras de presentación de Lo que América le debe a España.
En conversación con Religión en Libertad, Gullo admite que su última publicación es la que más destaca la impronta religiosa que dejó la España peninsular en la España descubierta en 1492.
¿Por qué ahora más? El autor afirma ser «exactamente el mismo», dice que «no ha cambiado en nada». Al contrario, parece ser la consecuencia última de lo expresado en sus otros escritos, pues admite que «simplemente desarrolló paso a paso, en tres volúmenes, su idea fuerza que guía todo su pensamiento de que hay una gigantesca falsificación de la historia universal».
En poco menos de 400 páginas, Gullo destaca insistentemente las diferencias entre el imperio y el imperialismo. Entre un imperio generador y otro depredador. O lo que es lo mismo, entre el «mestizaje de sangre y cultura» del primero y la «segregación y exterminio» del segundo.
Una fe, una mujer, una historia
Explica que la fe fue un obstáculo para que España se rigiese por la segregación y el exterminio. Pero no fue lo único, pues Portugal o Francia, también católicos, dice el autor, actuaron como imperialismos depredadores.
Lo que para él marca la diferencia no es solo la fe, sino la ejecución de esa fe, de lo que hubo una responsable.
«Fue gracias a Isabel que España no llegó a América únicamente ávida de ganancias. Fue gracias a Isabel que la empresa del Nuevo Mundo tuvo el sino de una auténtica misión: convertir a los naturales de América al cristianismo», explica el autor.
Consigue aquí «Lo que América le debe a España» (Espasa), de Marcelo Gullo.
La labor de España en América aparece descrita en este último libro precisamente como una «liberación material y espiritual» que tiene una implicación hasta en lo económico.
Para ello fue necesaria «una fe sustantiva a España» que la acompañó desde su nacimiento, una persona, … y una trayectoria histórica en la que sustentarse.
Como detalla a este medio, la misma España «nació de un acto de la voluntad de un pequeño grupo de hombres que decidieron ser libres y gritaron: `No aceptamos estar sometidos al imperialismo árabe y jamás nos convertiremos al islam´».
El escritor argentino observa que ese carácter es el que va a «forjar al hombre que va a llegar a América», que se vería de nuevo ante la tesitura de enfrentar otro imperialismo que oprimía el Nuevo Mundo y «liberarlo» tanto material como espiritualmente.
«No era un paraíso, sino un infierno»: de Argentina a Colombia
Pero para entender esta liberación, Lo que América le debe a España profundiza en un aspecto que Gullo sintetiza en este medio, y es el hecho de que «antes de que España llegará a América, lo que había no era un paraíso terrenal», sino «un infierno donde reinaba el canibalismo y la antropofagia, los sacrificios humanos, el machismo golpeador y la prostitución».
Lejos de ser una sentencia grandilocuente o extravagante, el argentino conoce a la perfección como ese «infierno» se materializaba en cada lugar de la América prehispánica.
En el caso de lo que hoy es su tierra natal, explica que para los indios mocovíes, cuando una familia con un recién nacido debía emprender un viaje, «el padre ordenaba a su mujer que diera muerte a la criatura para que no resultase una incómoda carga».
También habla de los indios pijaos, originarios de la actual Colombia, cerca de Popayán, donde acostumbraban a «capturar a todas las mujeres de sus enemigos que pudieran para abusar de ellas y dejarlas embarazadas». Después, «a los hijos que nacían los alimentaban con mucho esmero hasta que cumplían los 12 o 13 años, momento en que estando ya bien gorditos, los comían con gran fruición».
Las prácticas de los guaraníes (Brasil, Paraguay) también desmiente la «imaginación» indigenista de que «había un paraíso terrenal antes de la llegada de los españoles», poniendo de manifiesto que lo que vivían las «naciones sometidas» era, realmente, «un infierno». En este caso, se daba una «prostitución impuesta por los padres» que no solo afectaba a sus hijas, sino también a sus esposas. «Los caciques disponían de todas las mujeres de su tribu, a las que utilizaban como objeto de trueque u ofrenda con otras tribus».
«El más atroz»: comían 20.000 personas al año
Especialmente llamativo es el caso del actual México, dominado por los aztecas, al que se refiere como «el imperialismo más atroz de la historia de la humanidad».
En «Madre Patria» –puedes conseguirlo aquí– Marcelo Gullo comienza su trilogía por la verdad histórica, profundizando en el imperialismo antropofágico previo a la llegada de España.
Lo que existía realmente, explica, era una «nación dominante que oprimía a decenas de otras naciones de la peor forma posible. No les exigía materias primas, sino vidas humanas para llevárselas a sus templos», explica.
Su destino era peor incluso que el de ser sacrificados «a los dioses».
«Las élites aztecas habían hecho de la carne humana su principal alimentación. William Prescott calcula en 20.000 por año el número de las victimas sacrificadas por los aztecas, pero hay autores que dicen que mataban 150.000 personas por año», detalla Gullo.
Habla, por último, de Perú, donde los quechua dominaban «de forma brutal» a cientos de naciones. Entre otras «tradiciones» de este pueblo, el autor destaca la de hacer tambores con la piel de los vencidos o vasos con sus cráneos.
«Cuando el inca Pachacútec murió, se enterraron junto a él mil niños y mil niñas de entre cuatro y cinco años pertenecientes a los pueblos que los quechuas habían dominado», agrega.
Los dioses del terror, remplazados por un Dios Padre
Solo tras conocer estos casos -que abundan en Nada por lo que pedir perdón, Madre Patria o Lo que América le debe a España– se entiende que Gullo haya dedicado su carrera a afirmar que «gracias a España se produjo la liberación espiritual de Hispanoamérica«.
«Los dioses, que obligaban a los americanos a vivir en un mundo caracterizado por el temor y el terror, fueron reemplazados por un Dios Padre. Y los sacrificios humanos que se realizaban cada día para aplacar la sed de aquellos dioses, por la obligación de asistir los domingos a misa y recibir de las manos del sacerdote la Sagrada Eucaristía», subraya Gullo.
¿El fin de su misión por la verdad histórica?
En el plano historiográfico, la obra del argentino podría considerarse definitiva en lo relativo a la superación de la Leyenda Negra.
El lector podría preguntarse, tras leer el libro y la trilogía, si queda algo que reivindicar de la Hispanidad, algo que desmentir de la Leyenda Negra o algún horror indígena que desvelar.
Nosotros le preguntamos a Gullo si la publicación de Lo que América le debe a España concluye su misión por la «verdad histórica». Su respuesta nos deja en vilo: «Solo Dios lo sabe, porque el hombre propone y Dios dispone».