Cuando en 1978 nace la primera niña generada por fecundación in vitro (FIV) surge inevitablemente la pregunta:¿Tendrá los mismos riesgos de salud que los concebidos «naturalmente»? En el caso de Louise Brown no había razones por las que temer que padeciera ningún problema a consecuencia de la esterilidad de sus padres, cuyos gametos –óvulos y espermatozoides– no eran defectuosos. Se trataba simplemente de una obstrucción de las trompas de Falopio de la madre. No fue un embarazo múltiple, ni fue cultivada o congelada en su etapa embrionaria, sino pronto transferida al útero de su madre.
No obstante, a partir de ese momento el Medical Research Council empezó a comparar los datos del primer año de vida de los nacidos por FIV a lo largo de 10 años, respecto a los nacidos en el mismo periodo de tiempo y que habían sido engendrados naturalmente. Ya entonces se encuentra un déficit de salud de los generados por la FIV.
La cuestión del déficit de salud de los niños nacidos por las técnicas de reproducción asistida (TRA) ha sido muy controvertida. Los primeros estudios comparativos se centraron en las diferencias, en algún tipo de alteración –prematuridad, malformaciones, alteración cromosómica, etc.–, según el modo en que habían sido concebidos. El tamaño de las muestras era insuficiente para un análisis estadístico riguroso, dada la variedad de características tanto en lo que se refiere a las causas de esterilidad de los progenitores, como al tipo de técnica empleada, o a que se hayan sometido o no a congelación los gametos o el embrión mismo. También varía según:
- El tipo de embarazo resultante –múltiple o simple–.
- Edad de la madre.
- Etc.
Los niños control, de la misma edad, zona geográfica, etnia, etc., también tienen características variadas.
Hacia los años 2003 y 2005, se llevan a cabo meta-análisis, que recogen datos de numerosos estudios, que ponen de manifiesto un incremento del riesgo por la aplicación creciente de las técnicas, y comienza un tenue debate acerca de cuáles podrían ser las causas. Los diferentes estudios dan aumento de riesgo en los nacidos por aplicación de las técnicas, que a veces resulta estadísticamente significativo y otras no. Algunos no muestran diferencia alguna e incluso en algún caso resultan aparentemente con menor riesgo para la salud de los nacidos. La realidad de esa mejor salud resultó ser otra: cuando los embriones son congelados, y posteriormente descongelados, sólo llegan a implantarse en el útero, desarrollarse y nacer, aquellos que son más fuertes, menos dañados y por tanto capaces de resistir el proceso.